Estaba terminando la entrevista para el puesto de trabajo en el hotel, cuando te veo subir las escaleras de la entrada en dirección a los ascensores. Tu ni notaste mi presencia, pese a que estaba sentada junto a la ventana. Estabas “tan” ocupado con tu acompañante, ella sin duda se esmeraba en mantenerte alerta solo a sus movimientos ¡hijo de puta!. Pensé, ¡maldito infiel! Mientras a la distancia el gerente del hotel me sonreía tímidamente y el jefe de recursos humanos me decía extraoficialmente que el puesto era mío.
Salí enojada y ofendida rumbo a tu departamento. La verdad es que quería quemar tu departamento de la rabia. Camino allá llore de pena y de rabia. Cuando llegue sentí ruidos al interior y por un momento pensé que tendrías a otra mujer dentro esperando que llegaras en cualquier minuto ¡perro maldito! pensé, pero creo que salio en voz alta. Entre silenciosa, justo cuando salía de la ducha Ernesto, tu mejor amigo.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté.
-Nada- dijo un poco incómodo -tuve un pequeño problema con Paula-
-Ahhh claro, Jaime me dijo que se están separando- mmmm como puede Paula echar a la calle a tremenda preciosura pensé ¡mira que abdominales!
-Por cierto Jaime no está-
-Lo se- y me sonreí –me pidió que viniera a recibir su cama nueva que llega en la tarde-
-Oh no- me dijo -la cama llego hoy a los pocos minutos que se fue- me tomo por los hombros, giro y apunto al cuarto -ves, acabo de terminar de armarla- yo gire levemente mi cabeza y clave mis ojos en sus hermosos ojos verdes. Luego baje la mirada hasta su cintura.
-¿Por eso la ducha?- le dije y eso lo inquieto un poco -y cuéntame ¿por qué te boto la Paula?- pregunte con voz suave e insinuante
-Dijo que fui desleal con ella por cosas que no vienen al caso-
-Claro, Jaime me ha dicho que tienes problemas con la lealtad- incline un poco mi cabeza lo suficiente para quedar próxima a su rostro. Nuestros ojos hicieron contacto por no se cuanto tiempo, lo suficiente para que se inquietara más, lo suficiente para que entendiera lo que estaba pasando y pudiera detenerse, pero no lo hizo. Como decía Jaime ¡tenia un grave problema de lealtades! -¿será demasiado temprano para un trago?- pregunté con un cínico aire de inocencia mientras rozaba mi nariz con la suya.
-¿Quieres un cigarro?-
-Déjalos para después cariño- respondí mientras le besaba y el ya conmigo en brazos se dirigía al cuarto.
-Me da pudor- dijo el mientras me recostaba en la cama, yo me sonreí -es su cama ¡nueva! y me esta dando hospedaje- trago saliva -mientras se soluciona todo con la Pau- aun así solo fue un desahogo entre besos culposos y caricias caliente que iban humedeciendo mi piel, manos aviadas que sacaban mi ropa con maestría y mi rabia contra ti que se traducía en una completa falta de pudores ¿podía haber una mejor receta para el sexo en esos momentos? Definitivamente Ernesto tendría un gran arrepentimiento después a juzgar por la forma en que se esmeraba. Mientras estaba sobre mi no pude evitar dirigir mi mirada al sable de tu abuelo que colgaba en la muralla.
-¿Qué pasa?- dijo entre gemidos y siguió mi mirada hasta llegar al sable -¿En que estás pensando? – dijo algo asustado.
-¿Sabes que el te mataría, verdad?- y entre quejido le di a entender que había acabado -Jaime te va a matar cuando sepa esto- le dije en tono burlesco. Pobre Ernesto palideció por unos segundos, me regalo una sonrisa nerviosa mientras trataba de incorporarse, le sonreí nuevamente y lo bese seductora cual cabrona - no te preocupes- dije y comencé a vestirme –quiero ver como el bastardo te sigue dando techo como el mejor de los idiotas.
La foto la tome de http://www.elle.es/pareja-sexo